El niño tan frágil, natural, espontáneo. Llega a este mundo libre de ETIQUETAS, libre de prejuicios, llega sano, sin preocupaciones. Llega con ganas de aprender, con ganas de absorber todo cuanto le depara su entorno, su vida…Pero de repente, a su corta edad, oye por primera vez:
«Eres un llorón»
«Puro nervio, eso eres tú»
«Mira que eres vago»
«Tienes muy mala leche»
«Eres un antipático»
«Eres un patoso»
«Menudo manta estás hecho»
«Eres malo, muy malo»
«Qué cochino eres»
«Es que es un empollón»
«Míralo si es superdotado»
Y así podríamos estar infinito. Las ETIQUETAS son como pegatinas que vamos poniendo una tras otra encima de nuestros pequeños. Niños que están aprendiendo, que están caminando a su ritmo para crecer y llegar a ser adultos….Niños que fueron, que son y serán….Niños que fuimos…y adultos que nos hemos convertido gracias a las etiquetas en «antipáticos, listísimos, burros, vagos, tontos, patosos…» Adultos que sabemos de sobra que las etiquetas nos han perseguido, se han escondido en las bocas de personas queridas, personas en las que pensamos incluso que todo lo que nos decían era cierto ciertísimo. Personas que como seres humanos, también se han equivocado, también han sido niños…y también han tenido este lastre sobre su espalda.
Por eso hoy quiero reflexionar, quiero que reflexionemos juntos, que nos plantemos ante esta inútil herramienta que lo único que hace es desgastar emocionalmente, que intentemos cambiar esas ETIQUETAS por frases respetuosas como por ejemplo:
«¿Estás bien?» (pregunta cuando se ha caido?
«Veo que estás nervioso ¿quieres un abrazo?»
«Veo que estás concentrado» (pensando: por eso no me da un beso)
«Se ha roto el vaso de cristal. Voy a recogerlo para evitar hacernos daño ¿me ayudas?»
«Veo que te has esforzado mucho todo este curso ¿estás contento?»
Porque etiquetar a una persona es directamente enmarcarla en ese cuadro del que posiblemente jamás saldrá. Porque cuando os preguntan a vosotros cómo sois…¿qué respondéis? ¿No os vienen todas las ETIQUETAS DE GOLPE? ¿esas que un día os dijeron…tal vez?
Es difícil borrar literalmente las ETIQUETAS, sin duda, muy difícil, pero no imposible, y con pequeños giros a las frases que decimos podemos cambiar todo un futuro…por favor, no digamos «no puedo» digamos «lo voy a intentar y si me equivoco lo volveré a intentar». Equivocarse es un regalo de la vida para mejorar como personas. No nos sintamos culpables, sintamos que queremos ser mejores, sintamos que podemos. Sintamos que somos capaces de dejar en blanco el «curriculum» de nuestros hijos para que ellos mismos escriban su propia historia. Para que ellos mismos se den cuenta de sus fortalezas y debilidades. Porque así no vivirán siendo un «personaje» creado por otras voces, sino que vivirán siendo las personas que quieren ser.
Gracias por acompañarnos…
Hola! Este es un tema muy sensible y que es muy muy difícil hacer entender a la gente. Se cree que "no pasa nada" por decir: eres tonto, eres vago, eres malo, eres muy listo… pero sí, si pasa, y mucho. En casa no utilizamos etiquetas nunca, pero cuando estamos con el resto de la familia (si ir más lejos este mismo verano me ha pasado) es imposible hacerles entender/ver que no sólo no aportan nada bueno en el desarrollo psicológico y social del niño sino que son contraproducentes y les dejan "marcas" de por vida. Si dices algo te responden que " eres una exagerada", "es una forma de hablar", etc. Yo misma estoy muy marcada por las que me decía mi familia, aunque el tiempo se ha encargado de hacer ver que ninguna de ellas, ni positiva ni negativa, era cierta. Como bien dices, debemos dejar ser a los niños lo que deban ser guiando, acompañando, no etiquetando. Gracias por el post. Un saludo!.