Montessori utilizaba mucho la palabra «espiritual» para referirse a la parte más profunda de nuestro ser. A esa parte que permanece escondida tras nuestra fachada, nuestro interior.
Las futuras guías Montessori que hacen su entrenamiento no tienen sólo que preparar la teoría y el conocimiento para obtener su título. Pues un título no sirve de mucho cuando emocionalmente no has realizado un cambio interior, es decir, no te has revaluado. Desaprender lo aprendido para volver a aprender. Y con esto me refiero a intentar suprimir esos defectos que se alojan en nuestra conciencia.
¿Por qué es importante hacer este «viaje» interior?
Vamos a intentar ofrecer lo mejor de nosotros mismos a los niños, seremos su ejemplo, nuestras palabras tendrán un efecto en ellos, nuestros actos tendrán sus consecuencias. Las consecuencias por tanto deben ser sanas y respetuosas para el buen desarrollo de los niños.
Un entrenamiento de guía Montessori va más allá de saber presentar materiales o saber andar despacio por el ambiente, no se trata sólo de recibir información y formación, sino de que cuando llegue el momento de estar con los niños la guía se haya transformado.
Está claro que nadie es perfecto. Pero podemos concienciarnos, ser conscientes de nuestros límites y moldearlos en la medida de nuestras posibilidades. Tenemos que ser educados si queremos educar.
Esto mismo se puede aplicar en casa. Los padres somos los guías de nuestros hijos.
El mayor obstáculo que podemos presentar los adultos es nuestro estado de cólera. Cuando estamos enfadados a veces no atendemos a razones, en ese caso lo mejor es evitar un mal mayor, alejarnos de nuestro hijo, respirar hondo, relajarnos. Hay muchas maneras de corregir estas malas tendencias.
Los niños pueden cargar con nuestras ofensas durante toda su vida, son muy sensibles y pueden sentirse culpables ya que ellos creen todo cuanto se les dice. Debemos intentar ser sutiles con nuestras palabras. Pues nuestros hijos se hayan indefensos ante la vida. Están adquiriendo herramientas del exterior, aprendiendo y transformándose.
Muchas veces oigo «es un caprichoso» «mira que tímido» «no para de decir mentiras» y parece ser que son sin causa aparente. Pero posiblemente representen un estado inconsciente de defensa que adquiere el niño en su relación con el adulto. Pues no logra entenderlo.
NO MANIPULAR «si no comes mamá sufre».
NO CHANTAJEAR EMOCIONALMENTE «me pongo triste cuando pegas»
NO SOBREEXPLICAR «si pegas nadie te querrá porque todos pensarán que eres un niño malo y entonces estarás solo»
Y entonces ¿Qué puedes decir? «No se pega, haces daño».
Montessori en sus años de observación a niños de todo el mundo, logró comprender sus necesidades. Fue capaz de ponerse en la piel de cada uno de ellos para transmitir lo que sentían y «lo tradujo» para que todos los adultos pudiéramos comprender la verdadera naturaleza de los niños. Montessori educaba para la paz, para la vida. Pero si un guía no está trabajado interiormente, no es capaz de dar solución a los problemas desde el respeto y la paz, no sabrá mostrar el camino a los niños.