A nuestras espaldas llevamos cargada una enorme mochila de aprendizajes…que desde la infancia hemos ido adquiriendo…algunos serán buenos, otros no lo serán…entre ellos posiblemente esté la «loca» idea de que equivocarse está realmente mal…pero… ¿esto es cierto?
Desde la Disciplina Positiva el error no es sino una maravillosa herramienta para aprender, es una oportunidad que nos regala la vida para crecer. Pues el hecho es que somos humanos, que inevitablemente nos tenemos que equivocar, todos, absolutamente todos vamos hacerlo, queramos o no.
Desde la Filosofía Montessori con el error ocurre exactamente lo mismo. Observemos bien el llamado «control de error». Es el que nos avisa de un nuevo aprendizaje, cuando se nos cae un vaso de cristal al suelo, la consecuencia lleva en él un mensaje intrínseco. El mensaje que recibimos es que se ha roto el vaso sí, pero también que la próxima vez debemos coger el vaso con más cuidado. Lo mismo ocurre en cada uno de los materiales que diseñó Montessori, son autocorrectivos, invitan a que el niño se equivoque y pueda él mismo rectificar su error, sin que nadie tenga que decírselo. INVITA A SOLUCIONAR POR SÍ MISMO EL ERROR.
Entonces…¿por qué no damos esta oportunidad no sólo a los adultos sino a los niños? ¿a nuestros hijos? ¿Por qué nos empeñamos en castigarlos cuando algo no lo hacen bien? ¿Por qué juzgamos, etiquetamos, criticamos sus acciones cuando no se acoplan a lo que nosotros consideramos que está bien? ¿ Por qué los comparamos con otros niños cuando queremos que hagan algo bien? Esto lo único que crea tanto en adultos como en los niños (que son los adultos del mañana) es que sientan que realmente no pueden hacer las cosas…que no son capaces…sienten INCAPACIDAD. Sienten que no PERTENECEN, que no se les tiene EN CUENTA.
Aprendamos a ver el error como parte de nuestra naturaleza, desde que nacemos, el error nos va a acompañar, porque es necesario equivocarse para poder aprender. ¿Si no nos equivocásemos que sentido tendrían las cosas? ¿Cómo aprenderíamos? de hecho….¿aprenderíamos algo?
Empecemos a trabajarnos primero nosotros, a trabajar nuestras equivocaciones, a saber verlas, saber darles solución desde la serenidad. Trabajémonos interiormente, como padres, como docentes, como adultos. Empecemos a ver el error no como lo aprendimos…como algo malo…sino como un maravilloso regalo que nos brinda la vida, como una herencia que tenemos en nuestro ADN. Démonos la oportunidad de equivocarnos, démosles a los demás la oportunidad de equivocarse y por supuesto cuando lo hagan reaccionemos de una manera respetuosa.
Guíemos a nuestros hijos desde el corazón, el amor, la comprensión, demos paso a LA CONEXIÓN y desechemos el CONTROL. Tenemos que empezar a cambiar el chip. Ofrecer a nuestros hijos la oportunidad de solucionar por sí mismos las cosas…apoyarles y acompañarles en buscar soluciones.
¿Cómo? Mediante nuestras expresiones y nuestras palabras podemos acompañarles, entenderles, hacer que sientan que se les tiene en cuenta y dejemos de juzgar criticar, comparar, etiquetar…
Recordemos algo que parece que hemos olvidado…SOMOS HUMANAMENTE IMPERFECTOS…