Cuando una familia, una madre, un padre, aplicamos la educación Montessori en casa lo hacemos con energía y ganas. Empezamos con ilusión a preparar el ambiente, a investigar sobre como aplicar en casa esto o lo otro.
Nos olvidamos de algo importante, seguir nuestra naturalidad, nuestro corazón, nuestro criterio.
La educación Montessori es fabulosa, pero tú como madre o padre también lo eres, eres fabulosa o fabuloso y harás cosas que quizás no estén en ese libro Montessori, en ese blog, en ese curso, en esa escuela. Si salen de tu interior, de tu naturalidad, será hermoso.
La Educación Montessori no es un manual de instrucciones.
Leer muchos libros Montessori no nos hará más sabios. Leer nos aportará ideas, nos hará reflexionar, cuestionarnos. Pero debemos tomarlo con cierta perspectiva, sin que sea o TODO o NADA. Porque Montessori no es o todo o nada. No es «si no haces esto no eres Montessori» o «si tu hijo hace esto no es Montessori».
Nadie sabe más que nadie, ni nadie es perfecto ni perfecta.
Habrán cosas que podamos aplicar y otras no. Si tu pequeño o pequeña tiene que ir a casa de tu madre, suegra, tía, etc, y no aplican Montessori, no se acaba el mundo. Nuestros pequeños aprenderán cosas que no teníamos en mente, algunas no nos gustará escucharlas o verlas, otras nos llenarán el corazón. En ambos casos nuestro pequeño o pequeña debe ser acompañado sin que nos tomemos las cosas de manera personal.
La infancia está aprendiendo, los límites tienen que ser explorados, y para ello se sobrepasan. Los niños y niñas tienen que vivirlos y a veces esto significa que quizás no se cumplan como nosotros y nosotras esperamos (recordemos que el error forma parte de todo aprendizaje vivas aquí o en la otra parte del mundo). No hay dos casas iguales, no hay dos familias iguales, ni dos niños y niñas iguales. Montessori no es una pócima mágica, ni tampoco un listado de reglas que debamos llevar a raja tabla.
Las personas que difundimos la educación Montessori no somos familias perfectas, ni tenemos hijos o hijas perfectos. Sin duda nos equivocamos, como todas las familias, como todos los seres humanos. Nuestra intención, y hablo también en particular, desde nuestro blog, es compartir lo que aprendemos e intentarlo integrar en nuestro día a día.
Estar con otras personas que compartan nuestra manera de ver la infancia, contarles nuestras inquietudes, incluso nuestros problemas y al revés. Es una buena forma de obtener ideas, reflexiones, etc. Porque quizás otra madre o padre lo haría diferente a tí y ambos seguís, quizás, la filosofía Montessori.
Intentar llegar a esa perfección que «creemos» que leemos en los libros, que vemos en fotos, vídeos, blogs, es imposible ¡Porque ni ahí hay perfección!
Igual no pone la mesa cuando se supone que «tu quieres que la ponga», o no dice gracias cuando «tu crees que sería el mejor momento» o no controla sus emociones cuando a ti te gustaría que lo hiciera. Porque tu hijo ante todo es un ser único, no eres tú. Y no es más o menos Montessori por hacerlo o no hacerlo. Es tu hijo y ante todo es un niño precioso que merece que lo tomes en cuenta.
Un niño por estar callado, tranquilo y sentado no es más bueno que el niño que grita, salta y no se puede quedar quieto en una silla. Simplemente son personalidades diferentes ¿o es que acaso tu eres igual que tu amiga/o? ¡qué aburrido sería entonces!
Todos fuimos niños en un momento de nuestra vida y nuestros padres nos acompañaron lo mejor que sabían, ya que a su vez, ellos fueron niños y también tuvieron padres que velaron por su seguridad. El cómo lo hicieron, es otro cantar. El intentar ser cada día mejores personas, ya no digo madres o padres, porque realmente ya no es solo como te comunicas con tu hijo sino con el mundo. Esta debe ser, sin duda, nuestra meta. Ir comprendiendo los errores que cometemos como oportunidades de aprendizaje para nosotros mismos. Para crecer, sin compararnos con los demás sino con nosotros mismos.
El error es todavía visto por nuestra generación y generaciones pasadas como algo que no se puede cometer. Y por esta razón nos culpamos y autoexigifmos. Sin darnos cuenta de que nosotros como padres la única manera que tenemos para ser la mejor versión de nosotros mismos es equivocarnos para aprender de ese error. Y así también nuestros hijos.
No hay nada idílico, nada perfecto. Hoy será un día maravilloso y puede que mañana te den ganas de meterte bajo la sábana. Tal vez tengamos que establecer prioridades que nos ayuden a acompañar a nuestros pequeños.
1. NO BUSQUES LA PERFECCIÓN
2. TOMA TIEMPO PARA TÍ
3. RESPETA A LOS DEMÁS
4. SIGUE AL NIÑO (tu hijo), SIGUE A TU CORAZÓN
5. NO PROYECTES EN EL FUTURO, PROYECTA EN EL PRESENTE
6. NO QUIERAS TODO DE HOY PARA HOY
7. NO TE CULPES, BUSCA UNA SOLUCIÓN.
8. RESPIRA, CONVÉNCETE DE QUE LA PACIENCIA ES LA MEJOR HERRAMIENTA
9. ¡DISFRUTAAAAA DE TU HIJ@ SOLO SERÁ NIÑO UNA VEZ!
10. MONTESSORI SÍ, PERO CON TUS PIES EN LA TIERRA
Puedes seguirnos a través de facebook o instagram ¡te esperamos!